Testimonios
Soda Niasse
Casada con un canario, y tras años viviendo en Senegal, Soda se enfrentó a una compleja burocracia para la reagrupación familiar en España, decidida por el estado de salud de su suegro. Estas dificultades, que se alargaron durante dos años, le hicieron reflexionar sobre la situación de otros migrantes, cuando además no cuentan con este arraigo familiar que les pueda facilitar su regularización en Europa. De su empatía por los problemas de otros africanos en Gran Canaria nació una intensa actividad social, colaborando en distintas asociaciones de la isla. Conocer “Somos Red” supuso un punto de inflexión, y aquí pudo ver la verdadera solidaridad del continente europeo, reflejado en el trabajo desinteresado de sus miembros por ayudar a migrantes recién llegados, en el caso de Soda incluso alojándolos en su propia casa.
Defiende la educación como medio para eliminar sesgos y miedos relacionados con África, muchas veces asociada en nuestro imaginario colectivo a la pobreza y la guerra, por lo que participa en charlas en centros escolares para tener una visión más real y justa del continente. También lucha por superar los problemas en origen que fuerzan a muchos jóvenes a marcharse: -“simplemente con unos acuerdos pesqueros justos en Senegal los jóvenes tendrían muchas más oportunidades de prosperar en su tierra, sin tener que jugarse la vida en una patera”.
Lala
La infancia de Loueila está dibujada, como la de tantos niños, por la injusticia de un conflicto enquistado desde hace décadas y que ha llevado a una gran parte de la población saharaui a vivir en unas durísimas condiciones como desplazados durante ya varias generaciones. “Lala” nació en Tinduf y su primer contacto con España fue a través del proyecto “Vacaciones en Paz”, por el que familias acogen en nuestro país de forma temporal a niños y niñas procedentes de los campamentos de refugiados.
En este episodio sombrío destaca como una luz la figura de su abuela, una mujer luchadora e inconformista que supo inculcar a Lala su espíritu combativo y sus ganas por ayudar a los que más lo necesitan.
Su paso por la universidad de La Laguna, donde estudió Derecho, acentuó su carácter solidario y hoy en día combina su carrera profesional de abogada en Lanzarote con la colaboración de forma desinteresada con asociaciones de apoyo a migrantes en las islas, luchando como jurista contra las injusticias, la xenofobia o el machismo que ella misma ha sufrido.
Gal, Yair, Agam, Thea
Yair economista y Gal psicóloga cruzaron sus caminos en la India, después de terminar su servicio militar obligatorio en Israel de donde son originarios y que con el paso de los años ven como una medida equivocada. Este inconformismo con un sistema político y económico que no les satisfacía, les llevó a recorrer el mundo y a participar en numerosos movimientos sociales que demandaban objetivos más sostenibles y comunitarios bajo una premisa: no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita.
Este deseo de iniciar una vida alternativa y donde el lujo esté más asociado al tiempo que al dinero les llevó a las Islas Canarias, buscando “un lugar donde la gente no tenga miedo de empezar una conversación en la cola de un supermercado”. Aquí construyeron su sueño y su familia, viviendo en total contacto con la naturaleza en una casa-cueva, y superando las dificultades, como un devastador incendio, con la seguridad de haber encontrado su hogar en la isla de la Palma.
Iryna
Dejó su ciudad natal de Dnipro donde desde el inicio de la guerra trabajó de voluntaria en un edificio que albergaba a 400 personas que lo habían perdido todo, 100 de ellas niños. Entre lágrimas dice recordar a cada uno de ellos y se emociona igualmente cuando revive el momento de colocar su cuerpo sobre el de sus nietos para protegerlos durante los bombardeos. La crueldad de la guerra, y la dura realidad por la pérdida de sus casas y la separación de familias con los hombres enviados al combate, no impide que aflore un fuerte sentimiento de solidaridad, hasta el punto de definir a este lugar como “la casa donde vive el amor”.
En su recién aprendido español solo hay lugar para palabras de esperanza y positividad y un enorme agradecimiento a la Comisión Española de Ayuda al Refugiado por su ayuda para comenzar, junto a su familia, una nueva vida en Las Palmas.
Torsten
Nacido en Alemania, desarrolló gran parte de su carrera profesional en Estados Unidos, trabajando como guitarrista y multiinstrumentista con un gran número de artistas internacionales de primer nivel.
Hace casi dos décadas cambió el dinamismo de Nueva York por la tranquilidad de la pequeña localidad de Los Llanillos en El Hierro, atraído por un estilo de vida donde persiste un sentimiento de comunidad y apoyo colectivo. Desde allí co-dirige junto a Sabine el Bimbache OpenArt, un Festival que combina música de distintos estilos y continentes con el folclore tradicional de El Hierro y que constituye uno de los eventos culturales más importantes de la isla. Su misión es la de convertir el arte en una fuente de inspiración y diálogo basado en la sostenibilidad, la diversidad y la conciencia social.
Moudou
Su camino a España estuvo cerca de convertirse en esa rutinaria tragedia de patera hundida y muertes anónimas, pero después de dos semanas en el mar, la última sin comida ni agua potable, avistaron las luces de la esperanza representadas en los destellos del puerto de Tazacorte. A bordo viajaban 24 personas, que compraron juntos el barco y dejaron su Senegal natal con el sueño común de empezar una vida mejor en Europa. Bebiendo agua de mar y al límite de sus fuerzas solo les quedaba rezar y despedirse, pensando en el cercano final que les esperaba. Pero la fortuna les brindó una nueva oportunidad y el rostro de Moudou se ilumina cuando habla de la generosidad y ayuda que encontró desde ese día en los habitantes de La Palma.
Alcanzaron su sueño de llegar a Madrid y Barcelona, pero después de unos meses la mayor parte de ellos regresaron a las islas. Como en todo viaje, no es solo el destino lo que importa, sino cada paso del camino y en éste descubrieron que su sueño final era disfrutar de este regalo de la vida en las Islas Canarias.
Tete
Dicen que el cine es la industria de los sueños, y a eso se dedicaba Tete en su Turquía natal, trabajando en grandes producciones como directora de fotografía y vestuario. Pero su sueño vital estaba más relacionado con la luz natural de las Islas Canarias que con los focos del estudio de Estambul donde trabajaba, por lo que se embarcó con rumbo a las islas con una idea clara en mente: abrir un negocio de agricultura ecológica.
Compartió viaje con su marido, primero recorriendo La Palma y, tras la erupción del volcán Tajogaite, trasladándose a la Gomera, con la ilusión intacta de poder disfrutar del contacto con la naturaleza y vivir de lo que ellos mismos cultiven.
Aquí, mientras perfeccionan su español, buscan el terreno donde cumplir este sueño y sembrar las semillas para cerrar su película vital con un bonito final, poniendo en las plantas el mismo cariño que reciben de sus nuevos vecinos de la pequeña localidad de Hermigua.
Hossein
De todos las posibles razones para dejar tu país no hay ninguna peor que la motivada por el drama de una guerra. Este es el caso de Hossein, quien creció en un orfanato de Teherán y que vivió los grandes cambios de Irán siendo un joven que terminaba su formación de piloto de combate en USA. Al regresar a su país, ya bajo el poder religioso de los ayatollahs se inició la guerra con su país vecino, Iraq, que Hossein no identificó como suya. Decidió marcharse a Madrid, donde en un giro vital radical cambió el manejo de armas por el de los pinceles y un futuro de destrucción por el de la creatividad, estudiando Bellas Artes hasta que tiempo después obtenía la condición de asilo político en Alemania.
Tras unos años en el país germano regresa de nuevo a España, primero a Gran Canaria y en la actualidad en Tenerife, afincado en la pequeña localidad de Los Realejos. Aquí expresa sus emociones por medio de sus cuadros, llenos de color y que expone en distintas galerías de la isla. Entre ellas, la de poder regresar algún día a su país, libre del fanatismo religioso.
Hamza
Con tan sólo 15 años Hasmad vivió un evento que nadie debería sufrir en toda una vida: arriesgar su vida por el único motivo de querer mejorarla. Con su hermano y su primo, también menores de edad, dejaron su Marrakech natal y se embarcaron en una patera buscando su “sueño europeo”, con la idea en mente de poder ayudar económicamente a sus familias. Después de unos días dramáticos en el mar, donde se quedaron sin combustible y agua para beber, llegaron finalmente a Gran Canaria, aunque las dificultades no terminaron una vez alcanzada la costa. La pandemia del covid incrementó la incertidumbre y miedo de su nueva vida en un centro de menores en la localidad de Tejeda. Hamza supo aprovechar el tiempo de encierro y con esfuerzo aprendió el idioma y terminó sus estudios de administración con el objetivo de poder trabajar en España. Con las ideas muy claras, a pesar de su corta edad, piensa en sus siguientes pasos: ahorrar dinero y en un futuro conocer otros países, especialmente Canadá.
Después de 3 años, agradece la ayuda recibida, como la de los monitores del centro o una mujer de Tejeda que sumaron para su completa integración en nuestro país, con amigos locales, novia y ya papeles, que le permitirán cumplir el mayor de sus sueños: regresar a visitar a su madre, ya sin la etiqueta de “ilegal”.
diversidad y la conciencia social.
Ara
Un accidente cambió su filosofía de vida y grabó para siempre en su carácter el deseo de vivir y disfrutar del “ahora”. Con esa libertad de espíritu dejó por amor una vida acomodada en su Venezuela natal, con una situación social y económica muy diferente a la de hoy en día. En Canarias tuvo que empezar de cero, trabajando muy duro para recuperar su condición de médico, profesión que ejerce hoy en día en las urgencias del hospital de El Hierro.
Dos niñas nacidas en Canarias y un nuevo matrimonio, representan ya su vínculo indivisible con las islas, donde recuperó con un grupo de nuevos amigos el sentimiento de “familia” dejado años atrás en Venezuela.
Laura
Su origen, fusionando sangre Guineana por parte de padre y Marroquí de madre, es toda una declaración de intenciones sobre la personalidad y carácter de Laura. Una fuerza vital que expresa en un gran número de disciplinas artísticas, desde la fotografía al baile y con el continente africano como nexo común de todas ellas.
A pesar de su juventud, combina este torrente de creatividad con su trabajo profesional, su maternidad y un intenso activismo orientado en ayudar a los migrantes llegados a Canarias a través de numerosos movimientos y proyectos. Su asociación Mujeres Afro en Canarias sirve como apoyo y referente para estas personas, especialmente mujeres africanas, utilizando como base el feminismo, la sostenibilidad y el emprendimiento.
Han Caiyun
Nació en la provincia china de Heilongjiang, situada al norte del país y frontera con Rusia, desarrollando durante años una intensa actividad profesional en distintas ciudades del país, vinculada al turismo, la industria y las artes.
En el año 2013 se trasladó a las Islas Canarias, donde ya residía su marido, y desde entonces ha realizado numerosas iniciativas para promover la cultura china y favorecer la integración y el desarrollo de ésta junto a la occidental. Comenzó en Gran Canaria, trabajando en el Instituto Confucio de la Universidad de Las Palmas y más tarde se trasladó a Tenerife, donde reside en la actualidad y donde fundó la primera escuela china de la isla. En ella se enseña el idioma y aspectos de su cultura, tanto a la amplia comunidad china de la isla como a cualquiera interesado en aprender sobre este país asiático.
En paralelo a esta labor educativa, ha desarrollado en el extranjero numerosos proyectos relacionados con la promoción de artistas chinos y preside distintas entidades de promoción cultural, artística y gastronómica de China en las Islas Canarias, como la a Asociación Española de Promoción de la Cultura China de Canarias o la Asociación China de Ultramar de Canarias.
Guido
El futuro de Guido estaba encaminado a continuar con el legado de su padre, un prestigioso médico de la ciudad de Viena. Pero existen impulsos vitales que no pueden reprimirse por muy fuertes que sean los lazos familiares y Guido tuvo el valor de seguirlos. Dejó su vida acomodada en Austria por la incertidumbre de un viaje de ida a la Gomera, con un presupuesto diario para vivir en aquella época de tan solo 17 pesetas al día (10 céntimos de euro) pero con la enorme ilusión por vivir de su pasión desde niño: el arte.
La belleza de la isla se convirtió en una parte importante de la temática de sus obras, y que hoy en día continúan siendo un motivo principal en su trabajo artístico. En éste destacan los grabados, técnica que aprendió de forma autodidacta durante años y que hoy llena de color sus taller, situado en un antiguo caserío abandonado, rodeado de naturaleza y que él mismo restauró durante años. Su labor creativa lo convirtió en un referente cultural de la Gomera, gestionando hoy en día, junto a su mujer Elena, la Galería de Arte Luna que expone además obras de otros artistas del ámbito canario.
Paola
Cumplir una promesa fue la primera razón que llevó a Paola a las Islas Canarias. Una amiga atravesaba un difícil momento emocional, por lo que Paola no lo dudó cuando le dijo “Si alguna vez necesitas mi ayuda, llámame, da igual donde vivas”. Esta llamada llegó, y el lugar donde se encontraba su amiga: Fuerteventura. Su amor por la isla fue inmediato, y en unos días supo que regresaría para formar allí una familia, representada hoy en la sonrisa de su hijo XXX.
Atrás dejaba una vida en Italia, país al que se trasladó siendo niña desde Sudán, cuando un golpe de estado y la posterior introducción de la Sharía provocó el éxodo de más de 300.000 sudaneses. Desgraciadamente el país continúa hoy en día viviendo una complicada situación política y social, que impide, de momento, que Paola pueda visitarlo y revivir los recuerdos de su niñez con su familia en Khartoum. Instalada en Corralejo, su vínculo emocional con África se mantiene, al igual que ese sentimiento de solidaridad con los demás, que la llevó, hace años, a dibujar esta nueva vida en las Islas Canarias.
Paolo
Paolo compartía vida y negocio con su mujer en la ciudad italiana de Ferrara, pero necesitaban una pincelada de color a un lienzo vital que en ese momento veían con demasiados grises. Con la motivación añadida de regalar a su hijo una vida más alegre decidieron trasladarse a Fuerteventura, seguidos poco después por sus padres y otros familiares, en una decisión difícil en su momento pero que hoy agradecen cada día de haber tomado.
Después de un negocio de hostelería, su pasión por la música le permitió integrarse en un ambiente multicultural de gente como él, inquieta por el arte, creando iniciativas en un primer momento vinculadas a proporcionar a los músicos locales un lugar de ensayo. Ese torrente creativo se fue ampliando a multitud de proyectos y se canaliza hoy en día en la asociación Ajay, donde promociona junto a otros artistas actividades y eventos que utilicen la cultura como un elemento dinamizador y de mejora de la sociedad que nos rodea. En constante evolución, Paolo combina esta participación de proyectos colectivos con su propia carrera musical, inmerso en la actualidad en el lanzamiento de sus primeras obras como solista.
Violeta
Originaria de la localidad de Puerto Cabello, Violeta desarrollaba una exitosa carrera profesional en Venezuela, trabajando como Bioquímica en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, además de haber sido docente en varias universidades.
Una serie de asaltos violentos la animaron a trasladarse a Canarias de forma temporal, pero un fortuito accidente doméstico y su posterior operación trastocaron sus planes de regreso, residiendo primero en Tenerife y hoy en día en la localidad de Mocanal en El Hierro.
A la espera de poder homologar sus títulos, continúa con una intensa formación académica por medio de cursos, además de dedicar su tiempo en ayudar a otros migrantes como voluntaria en la Cruz Roja y Ayuda en Emergencias Anaga, y con el deseo de poder retomar de nuevo otra de sus grandes pasiones: tocar el cello.
Dharmendra
Hay amores a primera vista y otros más trabajados pero que duran para siempre. Este es el caso de Dharmendra y las Islas Canarias. Sustituir el bullicio de Bombay, donde trabajaba como ingeniero, por la tranquilidad de Lanzarote no fue un cambio sencillo, pero animado por familiares y amigos decidió intentar una segunda oportunidad, cuando ya se preparaba para regresar a su India natal. El resultado es toda una vida dedicada a la isla, donde ejerció una intensa actividad emprendedora con distintos negocios que vinculaban Lanzarote con su país, pasando de la tecnología al turismo.
Ese amor por las raíces lo mantiene con su hija Sunesha, nacida en Lanzarote y Jinita, colaborando juntos en la celebración de una de las festividades hindúes más populares, el Holi, cuando los colores, la música y la comida nos permite sentir desde el Puerto del Carmen un pedacito de este fascinante país asiático.